Luego de los escándalos más recientes en el cual están inmersos altos funcionarios del gobierno aprista, como son los cobros por indemnización y despido arbitrario al dejar Essalud por decenas de miles de nuevos soles, así como las adquisiciones irregulares, la construcción de hospitales y contratos con empresas de seguridad de Fernando Barrios y otros; reflejan la putrefacción, la descomposición de las clases dominantes del Perú y sus representantes. A lo anterior no debemos olvidar los casos en los cuales estuvieron involucrados los dos secretarios generales del Apra; en uno, tenemos la venta de un terreno de 300 mil metros cuadrados en el distrito de Chilca a solo 1,700 dólares (implicado Omar Quezada, Director Ejecutivo de COFOPRI); en el otro, está el negociado de los lotes petroleros en los cuales estuvieron implicados Jorge del Castillo, Rómulo León, Luis Nava secretario general de palacio de gobierno y otros, y posteriormente desaparecieron los audios que servían como prueba de estas corruptelas. Estos son pequeños ejemplos, como en la época del fujimorismo, que muestran palmariamente que desde las más altas esferas del Estado hasta los niveles más bajos, se utiliza a éste para el enriquecimiento, el robo y si hubiera un Montesinos filmando todos estos hechos, la historia de los gobernantes del país quedaría grabado en la retina, en la memoria de todos los peruanos que hemos estado gobernados por ladrones, genocidas, en última instancia delincuentes de cuello y corbata, quienes se turnan en el poder.
Sin embargo, luego de la pomposa conformación de comisiones en el congreso que no son otra cosa más que pantomima para encubrir estos negociados y distraer al pueblo, salen a los medios de comunicación los corruptos a decir que son personas “honorables” y “decentes”, que su honor fue mancillado por intereses oscuros, etc. El poder judicial y los fiscales, luego de una calculada demora, archivan las denuncias y santifican a los ladrones de las arcas públicas. Entonces nos preguntarnos, ¿esta es la “democracia” que el pueblo debe defender?, ¿este es el “estado de derecho” que todos debemos salvaguardar y pontificar como sostienen desde la izquierda reformista hasta los fascistas y genocidas?, o ¿no existe otra tipo de sociedad, superior a la presente, en la cual efectivamente se sancione a los corruptos y ladrones y los recursos generados por el pueblo sean correctamente utilizados?
Para responder estas interrogantes es un imperativo desentrañar la esencia que está detrás de toda esta cultura de apropiarse de los recursos públicos, que no son otra cosa más que los generados por el pueblo trabajador y no por las clases explotadoras; pero además se debe partir de reconocer que la corrupción es consustancial e inherente a la sociedad capitalista, pues ahora cobra más vigencia las palabras de Marx quien manifestaba que el capitalismo viene al mundo chorreando lodo y sangre por todos los poros, de los pies a la cabeza, es decir, el capitalismo surge a través de la apropiación violenta de los medios de producción de los artesanos y campesinos quienes son lanzados al mercado de fuerza de trabajo como proletarios libres y privados de todo medio de vida a fin de servir como fuente de obtención de plusvalía, es decir, de apropiación de su trabajo excedente por parte de los capitalistas.
Para tener una comprensión más amplia de este fenómeno, es bueno estudiar la experiencia internacional, particularmente de la “democracia” más adelantada del mundo -Estados Unidos- para ello nos basaremos en algunas investigaciones de intelectuales, que no son precisamente opuestos al sistema capitalista, sino al contrario defensores del mismo, como George Akerlof o Joseph Stiglitz (ambos premios nobel de economía) que concluyen sobre el particular. En la primera entrega glosaremos algunas ideas del primero, en la segunda comentaremos las de Stiglitz, y finalmente en una tercera, desde una concepción crítica al pensamiento oficial, llegaremos a algunas conclusiones importantes.
Para iniciar este debate transcribimos algunos extractos de uno de los últimos libros de George Akerlof y Robert Shiller denominado Animal Spirits (Ediciones Gestión 2000, España 2009) cuyo propósito es tratar de explicar cómo influye la psicología humana en la economía, que lo han escrito para entender la crisis económica actual. En la pág. 60 dicen: “Cada una de las tres recesiones económicas de Estados Unidos (la de julio de 1990 a marzo de 1991, la de marzo a noviembre del 2001 y la que comenzó en diciembre de 2007) estuvo relacionada con escándalos de corrupción, que fueron muy importantes en el momento de determinar su gravedad”. Como se puede apreciar en esta cita, las crisis económicas de los últimos años, que se ha dado en el mismo corazón del sistema capitalista mundial, estuvo plagada por actos de corrupción en los cuales no sólo estuvieron involucrados los gobernantes, sino la misma oligarquía financiera y sus ideólogos.
Explica cada una de las recesiones que ha pasado el imperialismo norteamericano, iniciando con la de 1990-1991, sobre la que dice: “...la crisis de las sociedades de ahorro y préstamo (S&L) constituyó un factor importante en la recesión de 1990-1991”, añaden más además que, “la crisis de las S&L comenzó en la década de 1980, después que la ley Garn-St. Germain de las instituciones depositarias de 1982 liberalizara las S&L... La liberalización creó oportunidades para la corrupción que enseguida aprovecharon algunas S&L, las cuales gestionaron créditos incobrables y terminaron quebrando” (pág. 61).
Luego analiza la recesión del 2001, en la cual considera que, “la recesión de 2001 se suele atribuir a las consecuencias del boom que se produjo en el mercado bursátil en la década de 1990. Sin embargo, la recesión se explicó de muchas y variadas maneras y el boom del mercado bursátil y la subsiguiente convulsión producida tuvieron muchas causas. Entre ellas se produjeron varios casos de corrupción que se hicieron famosos, siendo el más prominente el que protagonizó la compañía Enron” (pág. 65). Sobre este hecho concluye “La recesión surgió a raíz de un crac del mercado bursátil que estaba relacionado con el reconocimiento creciente por parte del público de que muchas compañías, sobre todo las llamadas puntocom, en realidad estaban vendiendo ungüento de la serpiente” (págs. 68-69), sin comentarios.
Finalmente sobre la actual crisis de Estados Unidos dicen: “Desde finales de la década de 1990 hasta el año 2006, los precios de la vivienda en Estados Unidos se dispararon… Esta burbuja inmobiliaria se ha asociado al incremento masivo de los préstamos para hipotecas subprime, que en el mercado hipotecario pasó de un simple 5% a un 20%, aproximadamente, con un total de 625.000 millones de dólares” (pág. 69). Sobre el comportamiento de la oligarquía financiera en este periodo manifiestan: “Por desgracia, muchos prestamistas de hipotecas subprime concedieron hipotecas que no eran adecuadas para sus prestatarios. Anunciaron con bombos y platillos unos pagos iniciales reducidos que a menudo encubrían unos tipos de interés mucho más elevados que se aplicarían más adelante… Aunque este comportamiento quizá no sea ilegal, creemos que los casos más destacados merecen la calificación de corruptos” (pág. 70).
Por las ideas antes expuestas consideramos que el tema de la corrupción va más allá del “debate” que quieren darle algunos intelectuales defensores del sistema que retroalimenta este fenómeno, aún más debemos adentrarnos a discutir las verdaderas raíces de esta lacra, que como una célula cancerosa recorre todos los estamentos y niveles del Estado, no sólo del Perú, sino de todos los países capitalistas; de allí que es importante combatir la corrupción, pero más trascendente es combatir y destruir las bases que la sustentan, y no son otras más que, las que sirven de columnas del régimen de producción capitalista.
En la siguiente parte estaremos comentando las investigaciones de Joseph Stiglitz.
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