miércoles, 8 de diciembre de 2010

O mandamos a los banqueros a la cárcel o la economía no se recuperará

Como no se han cansado de repetir el economista James Galbraith y el economista y penalista William Black, no podemos resolver la crisis económica a menos que metamos en la cárcel a los delincuentes que han cometido actos fraudulentos. Y el ganador del premio Nobel de economía George Akerlof ha demostrado que la negligencia en punto a castigar a los delincuentes de guante blanco, y a fortiori, el rescatarlos, crea incentivos para que se cometan más delitos económicos y se proceda a una ulterior destrucción de la economía en el futuro. El premio Nobel de economía Joseph Stiglitz acaba de expresar la misma idea. El pasado 20 de noviembre declaró lo que sigue a Yahoo's Daily Finance:
Es un asunto realmente importante y nuestra sociedad debe comprender cabalmente. Se supone que el sistema jurídico es la codificación de nuestras normas y de nuestras creencias, de lo que tenemos que hacer para que nuestro sistema funcione. Si se percibe un carácter explotador en nuestro sistema jurídico, entonces la confianza en todo nuestro sistema comienza a erosionarse. Y ese es realmente el problema que tenemos ahora.
Una muchedumbre de prácticas predatorias está en vías de continuar como si nada en los créditos para la compra de automóviles. ¿Por qué están bien los malos préstamos en el sector automovilístico y no en el mercado hipotecario? ¿Hay alguna razón de principio? Todos sabemos la respuesta: no. No hay razones de principio, hay razones de dinero. Son las contribuciones a las campañas electorales, el cabildeo, las puertas giratorias entre la política y los negocios, todas esas cosas.
El sistema está ahora mismo diseñado para estimular ese tipo de prácticas, aun a pesar de las multas [en referencia al antiguo ejecutivo de Countrywide, Angelo Mozillo, que acaba de pagar 10 millones de dólares de multa, una ínfima parte de lo que ganó fraudulentamente, porque ganó centenares de millones de dólares].
Conozco mucha gente que dice: es un escándalo que tuviéramos más supervisión, control y rendición de cuentas en los 80, cuando se dio la crisis de las cajas de crédito y ahorro, que ahora. Sí, les multamos, ¿y cuál es la gran lección que se saca de eso? Compórtate mal, y el gobierno te quitará un 5% o un 10% de los beneficios mal habidos, que estarás muy tranquilo en casita con varios centenares de millones de dólares que aún te quedarán luego de pagar unas multas que parecen enormes, pero que son en realidad muy pequeñas en relación con la cantidad de dinero que has conseguido embolsarte.
El sistema está configurado de tal modo, que aun si te pillan, el castigo es sólo una ínfima parte de lo que te llevas a casita. La multa es sólo un coste más del negocio. Es como una multa de estacionamiento. A veces decides estacionar mal sabiendo que te caerá una multa, porque empezar a dar vueltas en busca de estacionamiento lleva mucho tiempo.
Yo creo que deberíamos hacer lo que hicimos en los 80 con la crisis de las cajas de crédito y ahorro, y meter en la cárcel a un buen número de estos tipos. Lo creo absolutamente. No son sólo delitos de guante blanco o pequeños incidentes. Hay víctimas reales. Ese es el asunto. Hubo víctimas en el mundo entero.
¿O es que confiamos en que estos tipos que nos metieron en el lío actual han cambiado realmente de actitud? Todo lo contrario. He oído algunos discursos que decían: "En realidad, no se hizo nada realmente mal. No hicimos las cosas demasiado bien. Pero nuestra comprensión de estos asuntos es bastante razonable". Si de verdad piensan eso, estamos en un lío verdaderamente tremendo.
[En la disuasión del delito] hay distintos aspectos. Los economistas se centran por entero en la idea de los incentivos. A veces, la gente tiene incentivos para comportarse mal, porque pueden ganar más dinero si estafan o se meten en actividades fraudulentas. Si queremos que nuestro sistema económico funcione, tenemos que asegurarnos de que lo ganan cuando defraudan quede anulado por el sistema de castigos y multas.
Por eso, pongamos por caso, en nuestra legislación anti-oligopólica a menudo no detenemos a la gente cuando se comporta mal, sino cuando lo hace y podemos decir que hay daños constatables. Entonces pagan tres veces el daño que han causado. Es una forma muy radical de disuasión. Desgraciadamente, lo que estamos haciendo ahora en el caso de estos delitos financieros recientes son multas por fracciones --¡fracciones!— del daño directo causado, y una fracción aún más pequeña del daño social total. Es decir: el sector financiero llevó realmente al desplome de la economía global, y si incluyes todos los daños colaterales, estamos hablando ya realmente de billones de dólares.
Pero se puede hablar en un sentido aún más amplio de daño colateral y al que no se le ha prestado atención. Y es la confianza en nuestro sistema jurídico, en el imperio de la ley y el Estado de Derecho, en nuestro sistema de justicia. Cuando se hace el Juramento de Lealtad [constitucional en EE. UU.], se dice "justicia para todos". Pues bien; la gente no está segura de que tengamos justicia para todos. Algunos son detenidos por algún delito menor de droga, y dan con sus huesos en la cárcel por mucho tiempo; pero cuando se trata de esos llamados delitos de guante blanco, que no dejan de tener víctimas, casi ninguno de los gachós que los perpetran acaba entre rejas.
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Se me permitirá otro ejemplo que ilustra hasta qué punto nuestro sistema jurídico ha descarrilado, contribuyendo a la crisis financiera.
En 2005 aprobamos una reforma del proceso de quiebra. Fue una reforma pretendida por los bancos. Estaba concebida para permitir legalmente el préstamo –el mal préstamo— a gentes que no entendían de qué iba el asunto, y básicamente destinada a estrangularlas. A expoliarlas. Y podríamos haberla llamado con justicia "la nueva ley de servidumbre permanente". Porque es lo que en realidad era.
Se me permitirá que cuente brevemente lo mala que era. No creo que los norteamericanos entiendan hasta qué punto era mala. Hace realmente muy difícil que las personas puedan librarse de la deuda. El principio básico en los EE. UU. del pasado era la gente tenía derecho a comenzar bien. La gente comete errores. Especialmente cuando son presa de expolio. Y entonces tienes derecho a volver a empezar bien. Borrón y cuenta nueva. Paga lo que puedas, y vuelve a empezar. Ahora, si lo haces una y otra vez, entonces es distinto. Pero al menos, cuando andan sueltos estos prestamistas predadores, deberías conservar el derecho a volver a empezar sin cargas.
Pero los bancos dicen: "No, no y no; no puedes librarte de la deuda", o no puedes librarte de ella tan fácilmente.
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Eso es servidumbre permanente. Y criticamos a otros países por permitir ese tipo de servidumbre duradera, trabajo esclavo. Pero en Norteamérica lo hemos instituido en 2005 sin apenas debate público sobre las consecuencias. Lo que hizo esa ley fue animar a los bancos a realizar préstamos todavía peores.
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Los bancos pretenden que creamos que no hicieron malos préstamos. Se niegan a aceptar la realidad. Es un hecho que alteraron los criterios contables, de modo que los préstamos dañados por la incapacidad de los prestatarios para devolver lo que deben se contabilizan igual que las hipotecas que se pagan a buen ritmo y sin mora.
De modo que toda la estrategia de los bancos ha consistido en esconder las pérdidas, seguir enredando y conseguir que el gobierno mantenga los tipos de interés realmente bajos.
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Resultado: si toleramos esa estrategia, tendrá que pasar mucho tiempo antes de que la economía se recupere.

Joseph Stiglitz fue Premio Nobel de Economía en 2001
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3767

jueves, 2 de diciembre de 2010

La corrupción corroe todas las esferas del Estado

Luego de los escándalos más recientes en el cual están inmersos altos funcionarios del gobierno aprista, como son los cobros por indemnización y despido arbitrario al dejar Essalud por decenas de miles de nuevos soles, así como las adquisiciones irregulares, la construcción de hospitales y contratos con empresas de seguridad de Fernando Barrios y otros; reflejan la putrefacción, la descomposición de las clases dominantes del Perú y sus representantes. A lo anterior no debemos olvidar los casos en los cuales estuvieron involucrados los dos secretarios generales del Apra; en uno, tenemos la venta de un terreno de 300 mil metros cuadrados en el distrito de Chilca a solo 1,700 dólares (implicado Omar Quezada, Director Ejecutivo de COFOPRI); en el otro, está el negociado de los lotes petroleros en los cuales estuvieron implicados Jorge del Castillo, Rómulo León, Luis Nava secretario general de palacio de gobierno y otros, y posteriormente desaparecieron los audios que servían como prueba de estas corruptelas. Estos son pequeños ejemplos, como en la época del fujimorismo, que muestran palmariamente que desde las más altas esferas del Estado hasta los niveles más bajos, se utiliza a éste para el enriquecimiento, el robo y si hubiera un Montesinos filmando todos estos hechos, la historia de los gobernantes del país quedaría grabado en la retina, en la memoria de todos los peruanos que hemos estado gobernados por ladrones, genocidas, en última instancia delincuentes de cuello y corbata, quienes se turnan en el poder.
Sin embargo, luego de la pomposa conformación de comisiones en el congreso que no son otra cosa más que pantomima para encubrir estos negociados y distraer al pueblo, salen a los medios de comunicación los corruptos a decir que son personas “honorables” y “decentes”, que su honor fue mancillado por intereses oscuros, etc. El poder judicial y los fiscales, luego de una calculada demora, archivan las denuncias y santifican a los ladrones de las arcas públicas. Entonces nos preguntarnos, ¿esta es la “democracia” que el pueblo debe defender?, ¿este es el “estado de derecho” que todos debemos salvaguardar y pontificar como sostienen desde la izquierda reformista hasta los fascistas y genocidas?, o ¿no existe otra tipo de sociedad, superior a la presente, en la cual efectivamente se sancione a los corruptos y ladrones y los recursos generados por el pueblo sean correctamente utilizados?
Para responder estas interrogantes es un imperativo desentrañar la esencia que está detrás de toda esta cultura de apropiarse de los recursos públicos, que no son otra cosa más que los generados por el pueblo trabajador y no por las clases explotadoras; pero además se debe partir de reconocer que la corrupción es consustancial e inherente a la sociedad capitalista, pues ahora cobra más vigencia las palabras de Marx quien manifestaba que el capitalismo viene al mundo chorreando lodo y sangre por todos los poros, de los pies a la cabeza, es decir, el capitalismo surge a través de la apropiación violenta de los medios de producción de los artesanos y campesinos quienes son lanzados al mercado de fuerza de trabajo como proletarios libres y privados de todo medio de vida a fin de servir como fuente de obtención de plusvalía, es decir, de apropiación de su trabajo excedente por parte de los capitalistas.
Para tener una comprensión más amplia de este fenómeno, es bueno estudiar la experiencia internacional, particularmente de la “democracia” más adelantada del mundo -Estados Unidos- para ello nos basaremos en algunas investigaciones de intelectuales, que no son precisamente opuestos al sistema capitalista, sino al contrario defensores del mismo, como George Akerlof o Joseph Stiglitz (ambos premios nobel de economía) que concluyen sobre el particular. En la primera entrega glosaremos algunas ideas del primero, en la segunda comentaremos las de Stiglitz, y finalmente en una tercera, desde una concepción crítica al pensamiento oficial, llegaremos a algunas conclusiones importantes.
Para iniciar este debate transcribimos algunos extractos de uno de los últimos libros de George Akerlof y Robert Shiller denominado Animal Spirits (Ediciones Gestión 2000, España 2009) cuyo propósito es tratar de explicar cómo influye la psicología humana en la economía, que lo han escrito para entender la crisis económica actual. En la pág. 60 dicen: “Cada una de las tres recesiones económicas de Estados Unidos (la de julio de 1990 a marzo de 1991, la de marzo a noviembre del 2001 y la que comenzó en diciembre de 2007) estuvo relacionada con escándalos de corrupción, que fueron muy importantes en el momento de determinar su gravedad”. Como se puede apreciar en esta cita, las crisis económicas de los últimos años, que se ha dado en el mismo corazón del sistema capitalista mundial, estuvo plagada por actos de corrupción en los cuales no sólo estuvieron involucrados los gobernantes, sino la misma oligarquía financiera y sus ideólogos.
Explica cada una de las recesiones que ha pasado el imperialismo norteamericano, iniciando con la de 1990-1991, sobre la que dice: “...la crisis de las sociedades de ahorro y préstamo (S&L) constituyó un factor importante en la recesión de 1990-1991”, añaden más además que, “la crisis de las S&L comenzó en la década de 1980, después que la ley Garn-St. Germain de las instituciones depositarias de 1982 liberalizara las S&L... La liberalización creó oportunidades para la corrupción que enseguida aprovecharon algunas S&L, las cuales gestionaron créditos incobrables y terminaron quebrando” (pág. 61).
Luego analiza la recesión del 2001, en la cual considera que, “la recesión de 2001 se suele atribuir a las consecuencias del boom que se produjo en el mercado bursátil en la década de 1990. Sin embargo, la recesión se explicó de muchas y variadas maneras y el boom del mercado bursátil y la subsiguiente convulsión producida tuvieron muchas causas. Entre ellas se produjeron varios casos de corrupción que se hicieron famosos, siendo el más prominente el que protagonizó la compañía Enron” (pág. 65). Sobre este hecho concluye “La recesión surgió a raíz de un crac del mercado bursátil que estaba relacionado con el reconocimiento creciente por parte del público de que muchas compañías, sobre todo las llamadas puntocom, en realidad estaban vendiendo ungüento de la serpiente” (págs. 68-69), sin comentarios.
Finalmente sobre la actual crisis de Estados Unidos dicen: “Desde finales de la década de 1990 hasta el año 2006, los precios de la vivienda en Estados Unidos se dispararon… Esta burbuja inmobiliaria se ha asociado al incremento masivo de los préstamos para hipotecas subprime, que en el mercado hipotecario pasó de un simple 5% a un 20%, aproximadamente, con un total de 625.000 millones de dólares” (pág. 69). Sobre el comportamiento de la oligarquía financiera en este periodo manifiestan: “Por desgracia, muchos prestamistas de hipotecas subprime concedieron hipotecas que no eran adecuadas para sus prestatarios. Anunciaron con bombos y platillos unos pagos iniciales reducidos que a menudo encubrían unos tipos de interés mucho más elevados que se aplicarían más adelante… Aunque este comportamiento quizá no sea ilegal, creemos que los casos más destacados merecen la calificación de corruptos” (pág. 70).
Por las ideas antes expuestas consideramos que el tema de la corrupción va más allá del “debate” que quieren darle algunos intelectuales defensores del sistema que retroalimenta este fenómeno, aún más debemos adentrarnos a discutir las verdaderas raíces de esta lacra, que como una célula cancerosa recorre todos los estamentos y niveles del Estado, no sólo del Perú, sino de todos los países capitalistas; de allí que es importante combatir la corrupción, pero más trascendente es combatir y destruir las bases que la sustentan, y no son otras más que, las que sirven de columnas del régimen de producción capitalista.
En la siguiente parte estaremos comentando las investigaciones de Joseph Stiglitz.